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Ayuda a Lidia Burry

MAFISSA ayuda a Lidia Burry en “donaciones pedagógicas” para escuelas indígenas.

Hace 3 años, por iniciativa de un trabajador, MAFISSA contactó a Lidia Burry, famosamente conocida como “La Abuela de las Armas”, para donar el desperdicio de medias textiles a ONGs y hospitales en zonas carenciadas.


Las medias textiles son mallas que MAFISSA utiliza en sus laboratorios para los controles de calidad. Anteriormente eran tratadas como basura, ahora se envuelven y transportan en contenedores a centros comunitarios indígenas del Noroeste del país, como los Wichí.


En estos centros comunitarios no se donan las medias, sino que se arman cursos para enseñar a los niños a tejer frazadas y otras prendas textiles. Luego pueden llevarse todas estas prendas a sus hogares.

La gran diferencia con una simple donación es que se les enseña lo importante de realizar un trabajo con conocimientos para crear un valor agregado.


Sobre "La abuela de las armas"

Con este apodo hemos conocido a quien consideramos una de las mujeres más estoicas de los últimos tiempos. Gentileza de: Milenio Cooperativo.

Hace 15 años una señora le pidió a Doña Lidia si podía llevar una donación a chicos de la calle, y ella aceptó. "hasta ese momento no me imaginaba que había hogares para chicos de la calle", así comienza esta increíble historia de vida.

Lidia Ortiz tiene 84 años y puedo asegurar que la vitalidad, el don de servicio y las ganas de vivir para los demás, hace que cualquiera de nosotros nos sonrojemos. Siempre tuvo una buena posición económica, profesora de Geografía, casada con un médico, es madre y abuela, también tiene muchos nietos postizos.
"Cuando empecé a ir las villas, veía que los chicos no tenían medias ni abrigos, así que viajaba a Once y compraba cosas al por mayor tanto para los chicos como para mis hijos"- dice con una voz cargada de dulzura. "Empecé a llevarles ropa... y tuve tantas cosas gratificantes".

Recuerda que una vez compró calzoncillos, entonces llama a Juancito y le dice: "vos sos número tres, ¿qué color querés", el chico los miró y dijo: "¡son nuevos y puedo elegir el color!". "Me emocioné más yo que el chico, primero porque la ropa interior no se dona y después porque no podía creer que era un regalo sólo para él", dice Doña Lidia ante la expectación de quienes la oímos.

Nuestra protagonista también nos cuenta cómo comenzó a preocuparse para que las mujeres y niños de la villa no pasen hambre, iniciando así una gran cantidad de pedidos y trámites para que las grandes cadenas de supermercados les donen la comida que sacan de la venta y tiran. Pero aunque no lo logró nunca bajó los brazos.

"Total no me voy a llevar nada"

Este es el pensamiento que impulsó a Lidia Ortiz para involucrarse más allá de lo que podríamos considerar prudente. La vida de las mujeres de la villa estaba en constante peligro, tanto en la calle como en sus propias casas, ya que cuando había tiroteos las balas atravesaban hasta las chapas y corrían el riesgo de que las maten. "Los chicos todos los días se pelean a tiros, si uno muere la sociedad dice "no importa, total son todos delincuentes" y ni en los diarios sale. Pero no es así, hay todo un problema para solucionar, son personas que están haciendo mal, que necesitan ayuda aunque a veces parece que no la quieren", nos explica.

Así fue que empezaron a colocar carteles con el texto:
"Canjeo armas por alimento, ropa o dinero", la mayoría elegía el dinero. Entre una de sus anécdotas comentó: "Un día vino un chico y me pedía $130 por un arma, yo siempre miraba que no estuviera cargada, pero mirando bien veo que no tiene gatillo. "No te voy a pagar $130 por un arma que no tiene gatillo", le dije. Y él me contesta: "Doña (porque siempre tenía una buena relación con los chicos), yo con esto hice 20 asaltos, cuando apunto nadie mira si tengo o no gatillo".

En su intento de frenar un poco la delincuencia adolescente-juvenil Doña Lidia ha comprado más de 900 armas de fuego. Sabemos que esto no es suficiente para obstaculizar el alto nivel de delincuencia del cual como ciudadanos somos víctimas porque, como ella misma plantea, el problema es más complejo: hay que trabajar en la alimentación, en la inclusión social y promover que trabajen en vez de buscar la vida fácil. "Me dicen: no es nada, pero yo digo: es un arma menos, algo cambió en la villa. No llevo la cuenta de la cantidad de plata que gasté comprando armas, usé toda la herencia de mi padre, total mis hijos están bien, tienen sus casas y trabajo, y yo no me voy a llevar nada".

Gracias Doña Lidia Ortiz de Burry por enseñarnos a ver más allá de lo que tenemos frente a nuestros ojos, y por darnos una lección de amor al prójimo sin igual.




Analía Eunice Rozkiewicz
Nota:
Agradecemos a MA.FI.S.S.A por habernos facilitado la oportunidad de realizar la entrevista.
Milenio Cooperativo, periódico de la Cooperativa Telefónica y otros Servicios Públicos de Abasto Ltda.
www.abastonet.com.ar / Septiembre 2009

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